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Sortear el fatalismo demócrata

ABC | | 2 minutos de lectura

El fracaso de Joe Biden en el primer debate electoral ha puesto de manifiesto que no reúne las condiciones para gobernar cuatro años más, ni siquiera aguantar cuatro meses de campaña. Lo lógico sería que en los próximos días Biden pronunciase un emocionante discurso de despedida y su partido le agradeciese los servicios prestados, tras quedarse exhausto al dedicar 53 años seguidos a la política. Obtenida la renuncia del ganador de las primarias, sin esperar a la Convención de Chicago en agosto, los demócratas se apresurarían a cerrar filas en torno a un nuevo candidato, en buena forma y centrista, con posibilidades de derrotar a Donald Trump.

Pero un sentimiento de fatalismo se ha apoderado de este partido desde que Biden decidió competir por un segundo mandato y ningún notable se atrevió a objetar que le faltaba energía y capacidad de comunicación para hacerlo. Antes de la debacle del jueves, muchos demócratas eran conscientes de que se arriesgaban a perder la Casa Blanca si no intervenían y planteaban un debate incómodo y necesario. Los culpables por su pasividad son los mismos que argumentan con razón que Trump es un peligro para la democracia estadounidense y la estabilidad global y lo describen como más peligroso y peor rodeado que cuando llegó al poder en 2017. Algunos afirman que si el líder del movimiento MAGA vuelve, ellos se irán a vivir a Canadá, México o a un país europeo.

La incoherencia y la falta de valentía de los mandarines demócratas se explica en alguna medida por la débil unidad del partido y el miedo a que se fracture si se abre a toda prisa la sucesión. El sector más radical exigiría que la vicepresidenta Kamala Harris fuera la sucesora, a pesar de que compite en impopularidad con Biden. Varios de los gobernadores de los que se habla como posibles relevos están también demasiado escorados hacia la izquierda y no sumarían el voto de los centristas. Queda poco de tiempo para que los demócratas reaccionen. Aún pueden demostrar que no es verdad que nunca pierden la oportunidad de perder una oportunidad.