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Formando abogados excepcionales para un mundo en transformación

El Confidencial | | 4 minutos de lectura

La inteligencia artificial y la tecnologia representan una revolución imparable que ha permeado todos los sectores, incluido el jurídico. Esta transformación nos obliga a reconsiderar cómo debemos formar a los futuros abogados para que destaquen en un entorno cada vez mas complejo. Es evidente que los profesionales del derecho enfrentan situaciones nuevas y desconocidas, lo que requiere un constante reenfoque del sistema educativo para estar a la altura de los retos actuales. Ya no basta con tener un sólido nivel de inglés o una buena base de conocimientos jurídicos. Si bien son indispensables, no son suficientes para diferenciar a un abogado en el competitivo mercado.

En un mundo globalizado, lleno de desafíos, obstáculos, imprevistos y cambios acelerados, necesitamos abogados que puedan discernir ante el constante flujo de información, que sean creativos en la resolucién de problemas, que se adapten fácilmente a los cambios, que mantengan el deseo constante de aprender para no quedarse obsoletos y que posean valores éticos. No solo deben ser buenos profesionales del derecho, sino también buenas personas.

El pensamiento crítico es hoy absolutamente fundamental para el jurista del mañana. Todos adquiriremos, tarde o temprano, los conocimientos necesarios para lidiar con las nuevas tecnologías, pero el avance tecnológico, aunque útil y necesario, no debe mermar el pensamiento crítico y el razonamiento jurídico. Por eso, la formación en derecho debe basarse en una metodología práctica y experiencial, potenciando la expresión escrita y oral, asi como el análisis crítico para alcanzar conclusiones fundamentadas y adaptadas a las necesidades del cliente.

"La mayoría de los seres humanos, son como las hojas que caen de los árboles, que vuelan y revolotean por el aire, cailan y por último se precipitan al suelo. Otros, por el contrario, casi son como estrellas: siguen un camino fijo, ningún viento les alcanza, pues llevan en su interior su ley y su meta" Herman Hesse (Siddharta, 1922)

Estas competencias, que parecen obvias y se presumen de cualquier abogado, corren el riesgo de quedar relegadas por el auge de la inteligencia artificial. Aunque este avance es positivo y útil, jamás podrá sustituir a un sólido pensamiento crítico.

Es crucial que los futuros abogados sepan analizar problemas conectados con la realidad. Una realidad que es internacional y que requiere proporcionar soluciones globales, entendiendo las particularidades de los distintos ordenamientos jurídicos. Por ello, tanto a nivel profesional como personal, la posibilidad que les ofrece Esade de tener experiencias internacionales en diversos países es una gran oportunidad académica. Estas experiencias permiten a los estudiantes abrirse al mundo, aprender de otros sistemas jurídicos y culturas, además de adquirir una formación enriquecedora para una carrera internacional.

Hoy en día, no cabe analizar los problemas jurídicos de forma aislada. Debemos enmarcarlos en un contexto socioeconómico y geopolítico, lo que requiere no solo ese componente internacional, sino también conocimientos en disciplinas económico-financieras que un grado en Derecho debe ofrecer. Estos conocimientos son decisivos para entender el negocio o actividad de un eventual cliente, siendo vital que el abogado, como persona de confianza, ofrezca un asesoramiento personalizado y global. Mantener esa confianza exige empatía y un interés genuino por conocer y entender el mundo empresarial y el sector en el que el cliente desarrolla su actividad.

El enfoque multidisciplinar es también indispensable. La especialización del abogado no debe impedirle adquirir los conocimientos necesarios para convertirse en un buen generalista. Solo así, considerando las implicaciones de todas las ramas jurídicas y los intereses del cliente, se puede lograr el mejor asesoramiento. Por eso, la metodología práctica, donde convergen problemas de distintas áreas del Derecho en un mismo caso, tal como sucede en la realidad, es necesaria para la formación integral del abogado, capacitándolo para abordar cualquier problemática desde una perspectiva holística.

Nuestra responsabilidad es formar a los estudiantes para que se conviertan en juristas excepcionales que, además de poseer excelencia académica, sean íntegros, resilientes, que desarrollen un pensamiento crítico sólido, posean habilidades transversales y una perspectiva global. En definitiva, abogados que sean como las “estrellas” de Herman Hesse en su obra Siddharta.