¿Quo Vadis, Europa? El informe Draghi
En los últimos días, el foco de atención se ha centrado en el informe Draghi, encargado por la comisaria europea Ursula von der Leyen. Este documento, elaborado por Mario Draghi, ofrece una visión sobre la estrategia competitiva que Europa debería seguir en los próximos años. Iigual que Letta, Draghi a menudo destaca esas realidades incómodas que pocos políticos se atreven a abordar.
Una encrucijada decisiva para Europa
La esencia del informe es clara: Europa se encuentra en una encrucijada donde se decidirá gran parte de su futuro. Su competitividad está amenazada por la rivalidad entre China y Estados Unidos, y si no reacciona, será difícil mantener el nivel de bienestar, oportunidades y justicia social del que ahora disfruta. Draghi advierte que, para salir de esta situación, serán necesarias profundas reformas estructurales y un esfuerzo considerable para seguir compitiendo y crecer económicamente.
Este mensaje, aunque incómodo, busca sacudir el statu quo y aumentar el sentido de urgencia. Si Europa no actúa, le espera una decadencia progresiva —o quizás no tan progresiva— hacia la mediocridad, llena de dificultades y desigualdad.
Un diagnóstico preocupante y un plan ambicioso
El informe Draghi, que se extiende por más de 400 páginas, realiza un análisis minucioso de la situación actual y propone un amplio abanico de políticas sectoriales y transversales. Uno de los aspectos más destacados es la necesidad de inversiones masivas: se calculan unos 800.000 millones de euros para situar la competitividad europea a la altura de las exigencias globales, especialmente en un mundo dominado por China y Estados Unidos. Draghi defiende la emisión de deuda común europea, una propuesta difícil de digerir para países como Alemania, Finlandia y los Países Bajos. Si bien es económicamente imprescindible, políticamente parece inalcanzable.
Pero más allá del dinero, el problema radica en la propia estructura de Europa: un conglomerado de países demasiado pequeños para competir con los gigantes globales, con decisiones demasiado atomizadas que a menudo se toman mediante consensos forzados. Esto provoca que los países se chantajeen unos a otros y los mercados se mantengan fragmentados, mirando más hacia dentro que hacia fuera.
Como siempre, la estructura económica refleja la cultura y la política. Este es el gran reto de Europa: solo podrá competir si realmente es una Europa unida. Ahora mismo, no lo es. Actualmente, son 27 países, cada uno con su propio mercado.
La productividad: el problema eterno
El gran problema que Draghi señala no es nuevo: la productividad. Como decía Paul Krugman, "la productividad no lo es todo, pero a largo plazo es casi todo". La productividad es el síntoma de que Europa no está compitiendo bien, que no sabe capitalizar la innovación en productos y servicios que le permitan capturar más valor que otras regiones del mundo y, así, garantizar el bienestar social y las oportunidades que desea.
Desde la década de los 90, la productividad europea se ha estancado o ha caído en comparación con Estados Unidos, mientras que China ha experimentado un crecimiento constante. Las causas de este déficit son múltiples y las deficiencias de los programas europeos para corregirlo son bien conocidas. La atomización del mercado, la falta de coordinación, la escasez de universidades de primera línea y de investigadores destacados, la fragmentación de la financiación, su aversión al riesgo y la falta de clústeres de innovación son solo algunos ejemplos.
No obstante, Draghi subraya tres problemas estructurales que deben resolverse para hacer frente a los demás desafíos:
- El tamaño de los Estados europeos ya no es adecuado para afrontar los retos competitivos. El tamaño importa, especialmente para tener un mercado lo suficientemente grande, fomentar la competencia y atraer talento. Una Europa atomizada es un obstáculo.
- La gobernanza es inadecuada. La fragmentación de la gobernanza europea permite que algunos estados busquen ventajas a costa del resto, lo que complica la articulación de políticas comunes.
- Políticas demasiado enfocadas en el mercado interno. Mientras que otros países, como China, orientan sus políticas hacia la competencia global, Europa se preocupa demasiado por mantener un nivel competitivo dentro de sus mercados internos.
Políticas transversales para impulsar la innovación
El informe propone una serie de medidas para acelerar la innovación, clave para mejorar la productividad y la competitividad. Algunos puntos destacados son:
- Promover la innovación disruptiva. Se plantea la creación de un equivalente europeo de la ARPA de Estados Unidos, así como poner el Banco Europeo de Inversiones al servicio de la innovación.
- Simplificar los programas europeos. Los proyectos deben ser más sencillos, orientados a la innovación y a resultados tangibles.
- Crear universidades de primer nivel mundial. La innovación incremental no es suficiente; será necesario que las universidades y científicos europeos sean referentes globales.
- Invertir en infraestructuras de innovación. En la actualidad, sectores como la inteligencia artificial no pueden desarrollarse sin infraestructuras adecuadas, como centros de computación en la nube.
- Reducir la burocracia y mejorar la regulación. La burocracia y la regulación a menudo son obstáculos para la innovación en Europa. Es prioritario establecer un marco regulador que favorezca la innovación.
Los sectores clave
Finalmente, el informe se centra en tres sectores críticos para el futuro de Europa: la inteligencia artificial, la computación y los semiconductores. Draghi reconoce el fracaso europeo en el desarrollo de servicios en la nube, pero ve cierto optimismo en el campo de los semiconductores y la inteligencia artificial generativa. Esto, sin embargo, requerirá una infraestructura europea pública, ya que no será suficiente con la iniciativa privada.
Una propuesta interesante es convertir los centros de supercomputación europeos en infraestructuras para la inteligencia artificial generativa, al servicio de empresas y startups. Esto podría ser un antes y un después para Europa.
Un futuro por construir
El camino es claro: hay que construir sobre las potencialidades de Europa, ser pragmáticos y desarrollar organizaciones y burocracias eficientes. Solo así el modelo europeo podrá prosperar. Si no es competitiva, Europa corre el riesgo de convertirse en un parque temático, agradable para pasar un rato, pero sin oportunidades ni futuro.
¡Escuchemos a Draghi antes de que sea demasiado tarde!