Las ventajas de Harris
Hay pequeñas señales de que la candidatura de Kamala Harris todavía puede deshacer a su favor el empate en las encuestas. Es cierto que en las últimas semanas el voto a Donald Trump parece haber aumentado en los estados indecisos. Pero el voto oculto esta vez es muy posible que sea el de las mujeres, que apoyan a la aspirante demócrata en una proporción mayor, aunque no sabemos cuánto. Asimismo, la economía sigue dando muestras de fortaleza, un asunto clave a la hora de inclinar la balanza, y en la recta final Trump ha cometido algunas torpezas notables. En el gigantesco mitin en Nueva York dejó que un orador insultase a todos los portorriqueños, una minoría presente en territorios decisivos como Pensilvania. Por otro, al hablar de las restricciones al aborto en estos últimos días, el republicano ha afirmado que hay que proteger a las mujeres aunque ellas no quieran.
Por su parte, Harris sigue haciendo una campaña conforme a un guion centrista, escrito por los asesores de Barack Obama. Los demócratas tienen tendencia al fatalismo y a pensar que todo está perdido. Sin embargo, la sorpresa la semana que viene es posible que sea la victoria de su candidata.
Para Europa, una Administración continuista con la de Joe Biden sería la mejor noticia. Se alargaría unos años el ciclo atlantista que ha puesto en marcha el anciano presidente. El asesor principal de Harris en política internacional, Philip Gordon, es un especialista en relaciones Estados Unidos-Europa, e influiría en esta dirección. Washington, no obstante, mantendría su política comercial proteccionista, que les permite salir de China, el gran asunto de consenso de los legisladores estadounidenses, y favorecer de este modo a la clase media, algo debatible.
La candidata demócrata también exigiría a los aliados europeos invertir más en defensa y equilibrar una OTAN resucitada. Pero lo más importante es que trataría al viejo continente como una parte sustantiva de una alianza de democracias, sin la cual Estados Unidos no puede vencer en la confrontación con el bloque formado por China y Rusia, apoyadas por Irán y Corea del Norte.
La interlocución con Berlín, París, Bruselas, Varsovia, etc., sería muy fluida, y también con Londres, cuyo Gobierno laborista ha apostado por la victoria de la vicepresidenta. El mundo ha cambiado y es más peligroso y caótico que en 2016, cuando ganó Donald Trump. Retos como la emergencia climática, la seguridad, la salud global o la lucha contra la desinformación solo se pueden abordar con pactos internacionales. Harris haría que Estados Unidos siguiese siendo una superpotencia que aporta estabilidad al resto del mundo. Su victoria conviene a los europeos.