El voto de los árabes-estadounidenses
En el último minuto de la campaña electoral, Donald Trump ha viajado a un suburbio de Detroit, Míchigan, para pedir sin muchas posibilidades de éxito el voto de la minoría árabe-estadounidense. Este grupo puede ser decisivo para inclinar la balanza el 5 de noviembre en uno de los Estados clave. En las elecciones anteriores, dicha minoría (unos 400.000 ciudadanos) había preferido claramente a los candidatos demócratas, pero en teoría la guerra en Oriente Medio puede cambiar su preferencia. De hecho, las encuestas le dan a Kamala Harris un apoyo menor en Míchigan de lo que obtenían los anteriores aspirantes de su partido.
El apoyo de Joe Biden al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, primero de forma incondicional y luego pidiéndole sin éxito que cumpliese con el Derecho Internacional humanitario en la ofensiva sobre Gaza, ha soliviantado a muchos árabes-estadounidenses. El presidente se ha dejado llevar por sus reflejos de senador durante la Guerra Fría, donde tuvo un papel importante al frente de la Comisión de Relaciones Exteriores y siempre respaldó a los Gobiernos de Tel Aviv. Por su parte, Harris ha intentado distanciarse algo de Biden, pero no tanto como para perder el apoyo de los judíos estadounidenses. En la convención demócrata, la candidata habló de los derechos de los palestinos, pero no pronunció la palabra Gaza.
Trump ha intentado convencer a este grupo de que los demócratas quieren extender la guerra por todo Oriente Medio, mientras que él es un hombre de paz. Sin embargo, entre sus propuestas electorales figura volver a prohibir la entrada en Estados Unidos de inmigrantes musulmanes de media docena de naciones, entre ellos los refugiados palestinos. El candidato republicano además es un aliado de Netanyahu desde hace muchos años, al que ha animado a «hacer lo que tenga que hacer» para garantizar la seguridad de su país, sin ponerle ninguna condición ni límite. El primer ministro israelí es uno de los imitadores de Trump que pueblan el planeta, un líder astuto que sigue la receta populista de los llamados hombres fuertes.
La táctica de última hora del republicano suena a desesperación y busca como mucho la abstención de la minoría árabeestadounidense y no tanto su voto. Buena parte de ellos han tenido acceso a la Universidad y el grupo más afín a los demócratas es el de ciudadanos con estudios universitarios. Saben que por mucho que Harris tenga que equilibrar sus intereses con otros contrapuestos, al menos los tendrá en cuenta. La paradoja más llamativa de estas elecciones presidenciales es que muchos votantes de Trump serán los primeros perjudicados si gana y cumple sus promesas.