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Viento en popa y a toda vela

Expansión | | 5 minutos de lectura

No es de extrañar que muchos empresarios se hayan sentido atraídos por la vela. Si miramos atrás, los navegantes fueron además los emprendedores más exitosos de la historia. Cristobal Colón, Fernando de Magallanes, Vasco da Gama, Charles Darwin o Álvaro de Bazá fueron capaces de impulsar los proyectos comerciales, científicos y de defensa más impactantes y que, además, cambiaron el rumbo del mundo. 

La vela es deporte olímpico desde los Juegos de Atenas 1896 y está muy alineado con la innovación y el liderazgo empresarial, ingredientes fundamentales para navegar con éxito en entornos cambiantes y que hoy exigen un alto rendimiento. Además, con un componente social y de solidaridad importante, ya que la ayuda entre navegantes en emergencias y situaciones de riesgo es esencial. Una camaradería que se vive y se puede sentir en puertos deportivos y clubes náuticos.

De ahí, que de este deporte se puedan extraer algunas lecciones de innovación. Quizá la más importante tiene que ver con la necesidad de planificar estratégicamente como un regatista, para trazar el curso óptimo. En este proceso no es tan importante el resultado final, sino el proceso de reflexión y anticipación, siempre con la recomendación de dibujar diferentes escenarios. Además, tener flexibilidad para cambiar de rumbo y pivotar a tiempo es un factor clave de éxito. El regatista sabe que la hoja de ruta diseñada desde el puerto antes de zarpar no se cumplirá nunca. El verdadero viaje empieza cuando la embarcación está siendo empujada por el viento.

Pero no se trata sólo de ser flexible a las condiciones cambiantes de viento y mar, sino de reaccionar rápido. Cada segundo cuenta, y la clave está en aprovechar cada ventana de oportunidad. Tomar decisiones rápidas como el patrón o skipper, con la información disponible en cada momento, en tiempo real, basándonos en nuestra experiencia y percepción de las circunstancias es fundamental. En la tripulación siempre gobierna un patrón que debe tomar las decisiones, asumiendo la responsabilidad, velando por la seguridad de la nave y la consecución de los objetivos fijados. 

Pero la vela es un deporte de equipo que debe trabajar de forma sincronizada y coordinada, ya que es la única manera de gobernar de forma eficaz el navío. Al igual que en la empresa, hay maniobras que, si quieren ser ejecutadas con máxima eficacia, requieren inevitablemente la intervención de muchas manos. Evaluar y gestionar el riesgo, desde las condiciones meteorológicas hasta obstáculos en el agua es parte del trabajo de ese trabajo en equipo (en vela, tripulación) que debe prepararse para ese tipo de situaciones. 

También es fundamental adoptar tecnologías de forma sistemática que mejoren el rendimiento y los resultados. Mantenerse actualizado mediante la innovación es la única manera de sostener la ventaja competitiva y seguir “en cabeza” en un entorno que se acelera progresivamente. Y, por último, la navegación es una excelente escuela de sostenibilidad, ya que aporta una visión diferente sobre el medioambiente. Al disponer de recursos limitados en la mar, debemos aprender a gestionar de forma muy eficiente el agua y la energía, así como también los residuos.

Los aprendizajes del patrón 

Pero si hay alguna lección de la vela que pueda llevarse a la empresa, las que da el patrón o skypper son las más interesantes. La vela requiere una inversión relevante en comparación con otros deportes, por lo que lleva en muchas ocasiones a los navegantes a convertirse en grandes líderes capaces de vender su sueño, visión y proyecto a sponsors.

Además, cada miembro de la tripulación tiene unas tareas que desempeñar para mantener el barco en un rumbo exitoso, no sólo durante la navegación, también en el anclaje, el amarre e incluso cuando preparamos la comida. La felicidad en un barco está influenciada significativamente por la relación entre los miembros de la tripulación y la relación con el patrón. Los tripulantes felices hacen un mejor trabajo, trabajan más duro, soportan las dificultades, anticipan sus tareas y ayudan al capitán, incluso cuando alguien comete un error o se olvida algo de vez en cuando. 

Al igual que en la empresa, los jefes necesitarán adoptar varios estilos de liderazgo. En función de la situación y la presión a la que se vean sometidos, la tripulación espera decisión para resolver conflictos y desbloquear situaciones con mucha agilidad. Es clave conocer la motivación y las habilidades de cada miembro del equipo, ayudándolos a desbloquear todo su potencial, realizar el trabajo en el que son mejores, y por supuesto, aquel en el que más disfrutan. La tripulación aumenta su satisfacción y motivación si está involucrada en las decisiones, entiende las razones de las órdenes y se les da libertad en cómo hacerlo. Aunque un capitán tiene casi autoridad ilimitada, debe dar cierto grado de autonomía a cada miembro para que ciertas maniobras relevantes sean ejecutadas de forma impecable.

¿Listo para zarpar? Ya no hace falta ser un lobo de mar como Antonio Banderas o Richard Branson para disfrutar de la vela. En cada travesía, mientras se navega por las aguas de la vida, se aprende a ser líderes, a trabajar en equipo y a enfrentar los desafíos con determinación. El mar, con su naturaleza pura y su inmensidad, nos invita a sumergirnos y a emerger con una comprensión más profunda de quiénes somos y de lo que somos capaces de lograr. La vida y el mar son viajes eternos, llenos de maravillas por descubrir, sueños y horizontes por alcanzar.