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‘El Señor de los Anillos’, una historia sobre liderazgos, alianzas y tecnología

Cinco Días | | 6 minutos de lectura

El Señor de los Anillos, de John Ronald Reuel Tolkien, conocido universalmente como J.  R.  R. Tolkien, es un libro maravilloso e insuperable que narra una historia larga y compleja, anidada y enmarcada dentro de otra historia, aún más larga y constelada, que abarca miles de años. Tolkien creó todo un mundo con su propia historia y leyendas, diferentes culturas, razas e idiomas que cuentan, incluso, con libros complementarios dedicados a su fonética y gramática. Algo verdaderamente formidable. Por todo ello se considera que su legado cultural equivale al legado cultural de todo un pueblo, ya que su obra es equivalente a la mitología griega o a la mitología de las sagas nórdicas con todos sus dioses, héroes, batallas y aventuras. Su lectura es una delicia que traslada al lector a un mundo de alta fantasía, que el autor se encarga de describir en su justa medida para que la imaginación del lector haga el resto, convirtiéndose también en un ejercicio de cocreación, en cierto sentido, entre uno y otro.

Pero esta fabulosa obra de la literatura universal puede leerse desde diversos ángulos también, y uno de ellos es el empresarial. Porque en esta epopeya de fantasía épica encontramos un mundo de estrategias, alianzas, tecnología y, sobre todo, de liderazgos de distinta índole, que se entretejen en un apabullante tapiz de colores y de oscuridad. 

Empecemos por las alianzas tecnológicas con extraordinarios proveedores de tecnología, sin duda, los hermosos elfos, que proporcionan a la Compañía del Anillo capas élficas invisibilizadoras, es decir, alta tecnología en camuflaje de guerra. También pan de lembas, un alimento altamente nutritivo, de larguísima duración y poco peso. Los elfos también son responsables de las espadas élficas de Frodo y Samsagaz, aceros templados a la luz de la Luna que son capaces de iluminarse ante la proximidad del enemigo. Auténtica tecnología punta. Luego, los enanos, por su parte, proveen al protagonista, Frodo, de protección con cotas de malla de mithril, un metal ultraligero e increíblemente resistente.

Pero el lado oscuro de esta historia también cuenta con sus propias bazas tecnológicas. Para empezar, los palantir, unas ancestrales bolas de cristal que sirven como tecnología de comunicación a larga distancia entre Sauron y Saruman el Blanco, el mago que se pasó al enemigo. 

Sauron también cuenta con el dominio de los cielos, con una aviación superior en forma de los nueve Nazguls, reyes espectrales que cabalgan unos monstruos voladores que infunden terror en sus enemigos. Y no olvidemos la ingeniería genética usada por el Señor Oscuro para crear a sus orcos, y por Saruman el Blanco, para crear a los Uruk Hai, unos superorcos aún más poderosos. Hay mucha tecnología en juego, en uno y otro bando. Y al final, no lo olvidemos, toda esta historia trata de la imperiosa necesidad de destruir una tecnología capaz de esclavizar al mundo entero: el anillo único. 

Por otro lado, El Señor de los Anillos también es un libro sobre liderazgo, una historia en la que diferentes estilos de gestión colaboran para lograr un objetivo común. La clave reside en que todos tienen claro cuál es el objetivo: resistir y ganar tiempo para que Frodo llegue al Monte del Destino y destruya el anillo único. Pero veamos cómo y desde dónde lidera cada uno de los personajes centrales de la historia.

Para empezar está Sauron, que lidera con el miedo y, sobre todo, con la planificación a largo plazo y la paciencia. Su plan se ha gestado durante un milenio, nada menos. Sin embargo, y al margen del Señor Oscuro, los líderes que aparecen en esta espectacular historia lideran con esperanza, con colaboración, con entrega, con sacrificio y hasta con rebeldía. 

Aragorn, hijo de Arathorn, rey de Gondor por derecho de sangre, el rey retornado, lidera desde la responsabilidad y el deber, sosteniendo sobre sus hombros la obligación de un linaje. No es un líder natural ni un macho alfa que necesite dirigir, sino que lo hace por obligación y por responsabilidad. Él emprende un oscuro viaje para hacer cumplir un antiguo contrato que será vital para la victoria: el del ejército de los muertos, que regresan de la muerte para cumplir su palabra y descansar por fin. 

Por su lado, Frodo lidera desde el sacrificio y la entrega a sus compañeros y a todas las gentes de la Tierra Media. Siente que su misión es suicida y está literalmente viajando al infierno para alcanzar el objetivo común, pero lo hace con abnegación absoluta.

En cuanto a la dama Eowyn, lidera desde la desobediencia, desde la rebeldía, cuestionando costumbres y convenciones sociales que no le permiten empuñar una espada para luchar, y al desobedecer esas convenciones, acaba desempeñando un papel crucial en la victoria final.

Pero, sin duda, el liderazgo más querido y entrañable, y a la vez más firme y decisivo desde el principio, es el del mago Gandalf el Gris, que ejerce un liderazgo basado totalmente en la sabiduría. Con sus miles de años de existencia, ha visto muchas cosas y su experiencia le permite reconocer al enemigo y diseñar una estrategia panorámica para vencerle.

Esta deslumbrante epopeya funciona como un tejido de liderazgos que confluyen en un mismo objetivo, contra un enemigo formidable y descorazonador. Un enemigo, Sauron, que lidera con sangre, fuego y terror pero que, ante el despliegue de las múltiples estrategias paralelas que van coordinando este equipo de líderes del bando de la luz, acaba sucumbiendo. 

Y esta es la valiosa lección que toda organización puede aprender de este tesoro literario: que una organización no es cosa de un líder, ni de un único estilo de liderazgo, sino de un equipo de líderes, un ecosistema donde caben grandes y pequeños; algunos basados en la acción, otros en la entrega y el servicio al equipo, otros en el conocimiento profundo y la experiencia, y otros saltándose las normas cuando es necesario. Todos son importantes.