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El arte de endeudarse

La Vanguardia - Dinero | | 3 minutos de lectura

Endeudarse, me ha costado años darme cuenta, es un arte. en todos los sentidos y para cualquier agente económico. es un arte para el estado, para la entidad financiera, para la empresa, para el autónomo, para el trabajador, para una unidad familiar o un estudiante… Desde luego, es también un arte para el moroso profesional, esos listos que viven de no pagar, que los hay, y más de los que pensamos. 

Pero no está dedicada esta columna a estos últimos, pues no me interesa dedicar ni un minuto a los timadores de oficio. No. el arte del cual les hablo es otro, es el arte de endeudarse para devolver, con intereses, lo tomado en préstamo. Y es un arte porque quien toma prestado y asume un coste de financiación se está encomendando a sí mismo una misión: ser mejor, estar mejor, prosperar, crecer, medrar gracias a esa ayuda financiera. 

En términos financieros, endeudarse es adelantar flujos de caja actuales para que los flujos de caja futuros sean mayores, incluso sumando los intereses. Y a eso se le llama crecimiento económico cuando hablamos de países, entidades públicas y empresas; crecimiento profesional cuando de trabajadores y autónomos se trata; crecimiento empresarial cuando nos referimos a la empresa privada, y crecimiento personal cuando es la persona física la endeudada. 

Pero en todos los casos se trata de crecimiento. Y crecer como persona, como profesional, como organización o como país es algo loable. loable y serio. supone afán, esfuerzo, visión, empeño en ser mejor. la teoría del decrecimiento cuestiona el crecimiento. Pienso que la cuestión no es esa. siempre hay que crecer. otra cosa distinta es a costa de qué y de quién, crecer de forma sostenible. introduce condiciones y limitaciones. Pero hay que crecer porque nuestra especie es lo que es porque siempre, indefectiblemente, ha deseado (y logrado) crecer, mejorar o prosperar. Por eso, desprecio a los gobiernos y los países que se endeudan para dispendiar. Es un pecado. 

Los mercados financieros, denostados tantas veces, no son más que un instrumento para ello. Y como todo instrumento requieren un arte, una destreza. Deberían enseñarnos ese arte desde bien pequeños. Porque igual que para crecer hace falta maestros y tiempo, también hace falta tomar prestado. el arte de pedir para devolver todavía más y, encima, salir ganando. 

Ese arte no es más que el arte de la voluntad, la tenacidad y el compromiso. Es un arte que se nutre de valores. Valores humanos.