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Economías de escala: una nueva era

ON Economía | | 3 minutos de lectura

La semana pasada vivimos un momento histórico que, sin embargo, puede haber pasado desapercibido para muchos. Hemos sido testigos de un avance que parece sacado de un juego de precisión: el retorno del booster del cohete Starship Heavy de SpaceX a su lugar de lanzamiento, donde ha sido recuperado con una destreza increíble, como si se tratara de un juego de palillos chinos. Pero esto no es solo una hazaña técnica, es una revolución.

El coste de poner un kilogramo en órbita ha caído en picado. Hemos pasado de los 50.000 dólares del Shuttle o los 6.000 dólares del Saturn V, a los 1.600 dólares del Falcon 9 y Falcon Heavy. ¿Y lo más sorprendente? Estos precios pueden seguir bajando. El combustible, que cuesta aproximadamente un millón de dólares por el Starship, no es el principal problema. Lo que realmente pesa es el coste del booster, que ronda los 40 millones. Pero aquí es donde entra en juego la reutilización.

Si podemos reutilizar un booster 10 veces, el coste del lanzamiento se reduce drásticamente a 5 millones de dólares (4 millones por el booster y 1 millón por el combustible). Esto supone reducir el coste de poner un kilogramo en órbita a solo 10 dólares. ¡Pero hay más! El Falcon 9 ya ha volado casi 40 veces con el mismo booster, lo que significa que, si se consigue lo mismo con el Starship Heavy, podríamos reducir el coste por kilogramo a solo 2,5 dólares. ¡Menos que un pedido de Glovo!

El último logro de SpaceX no es solo una mejora incremental, es un salto de gigante. Han eliminado la necesidad de trasladar el booster desde la zona de aterrizaje hasta el lugar de lanzamiento para reactivarlo y lanzarlo de nuevo, eliminando costes y ganando tiempo. ¿Por qué es esto tan importante? Porque poner medio millón de toneladas en órbita –lo que necesitamos para ir a Marte– solo será posible si conseguimos precios inferiores a 10 dólares por kilogramo. Pero las implicaciones van mucho más allá.

Starlink, con más de 4 millones de usuarios, está a punto de revolucionar la conectividad global ofreciendo 5G e internet a 200 Mbps directamente a nuestros móviles. Y no solo eso: Starlink se ha convertido en la preferencia para aviones, barcos y zonas remotas o poco conectadas, ¡y esto es solo el principio! Imagina que tu próxima compañía de internet sea Starlink. Esto no se trata solo de disrumpir una telecom, sino de disrumpirlas a todas.

Y todo esto sin comerciales, sin marketing, sin publicidad. Simplemente contratando el servicio online e instalándolo tú mismo. Sí, ¡incluso en el camping funciona!

Pero esta nueva dimensión de escalabilidad no es exclusiva de las empresas de Elon Musk. Estamos viendo una transformación silenciosa pero imparable en los equipos de ventas y atención al cliente, que cada vez más están gestionados por grandes modelos de lenguaje (LLMs). ¿El chatbot de IKEA? Es un LLM. ¿El de Sonos? También. Y muchos otros vendrán pronto.

La cuestión no es solo que estos sistemas funcionan mejor que los humanos (¿quién no ha tenido una experiencia desastrosa con su proveedor de móvil?), sino que operan 24/7, con una eficiencia y amabilidad impensables, y con una capacidad de escalabilidad infinita. Esto va mucho más allá de reducir costes: es la clave para crear círculos virtuosos y crecer exponencialmente.

¡Estamos en las puertas de una nueva era de escalabilidad que lo cambiará todo!