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¿De quién es el voto oculto?

El Correo | | 3 minutos de lectura

Las elecciones del 5 de noviembre se pueden decidir por unos miles de votos en muy pocos Estados –Míchigan y Pensilvania–, en los que hay empate técnico. Por eso una de las preguntas más acuciantes que se hacen los equipos de los candidatos en la recta final es quién puede atraer más voto oculto.

En el lado republicano, algunos partidarios de Donald Trump han tendido en los últimos ocho años a no contestar las encuestas y no revelarse en público como partidarios del magnate neoyorquino. La personalidad narcisista y brutal de su líder les hacía precavidos. Apoyaban sus políticas económicas o en asuntos de familia, pero no querían asociarse con sus insultos, procacidades, mentiras y teorías de la conspiración, sobre todo si eran votantes con educación universitaria. De este modo, Trump ha sido una y otra vez infravalorado en las encuestas.

Pero las cosas pueden haber cambiado en estas elecciones. El país se ha escindido en dos universos paralelos y contrapuestos, sin apenas puentes entre ellos. Un ejemplo de la polarización extrema es que cada vez hay menos matrimonios o parejas entre republicanos y demócratas y hablar de política con meros conocidos empieza a ser percibido como algo muy inconveniente. Cada mitad –o más bien cada tercio, porque un 30% de la población no se define– vive en su burbuja, en la que puede expresarse sin cortapisas. El voto oculto trumpista puede haber desaparecido. Al menos así lo esperan los demócratas, que afirman que todos estos votantes ya están contados. Entre ellos hay bastantes trabajadores, que antes formaban parte de la base demócrata.

Se sienten traicionados por un partido que ha dado más importancia al multiculturalismo que al progreso económico y social de los que más sufrían la desigualdad creciente. También ha habido un aumento en las filas republicanas de miembros de minorías raciales que se niegan a ser encasillados como tales por la izquierda.

En el lado demócrata, el posible voto oculto viene de las mujeres que antes votaban republicano pero que ahora se movilizan contra las restricciones al aborto. Tanto el Tribunal Supremo, de clara mayoría conservadora, como un buen número de Estados dominados por el partido de Trump, han dejado de considerar el aborto como un derecho y han introducido prohibiciones o limitaciones severas a su práctica. Un 64% de las mujeres está en contra de estas medidas y Kamala Harris intenta atraer su voto. El candidato republicano no ha sabido o podido explicar su postura sobre el tema, porque no comparte la sensibilidad del movimiento provida. Los votantes ocultos, si realmente existen, pueden decidir estas elecciones.