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Liderar entre las dunas del desierto

Expansión | | 6 minutos de lectura

¿Qué tienen en común el entrenador Luis Enrique y el batería de la banda de música Love of Lesbian, Uri Bonet? Los dos han aprendido, en sus carnes, la dureza que supone correr una ultramaratón en el desierto de Marruecos, durante seis días y en régimen de autosuficiencia. Los dos son finishers de la temida Marathon des Sables.

Durante seis interminables días y más de 250 kilómetros de dunas, piedras y horizontes infinitos, esta dura carrera supone poner al límite los cuerpos y las almas de las más de mil personas que se enfrentan a ella cada año. Hay quien se toma esta carrera como un reto personal, hay quien acude a la misma con voluntad de cumplir una promesa o quien la compite buscando un lugar en el podio y en la historia. Sea cual sea el objetivo que cada uno se pone, la realidad es que correr ultra maratones se parece, quizás más de lo que parece, al mundo del management empresarial. Porque ambas disciplinas comparten la necesidad de tomar decisiones, en un contexto de incertidumbre y sin tener la seguridad de si es la correcta.

  1. Tener un porqué. Decía Frederich Nietzche que “el que tiene un porque para vivir puede soportar cualquier como”. A veces, nos centramos en el qué –la voluntad de completar una ultramaratón– o en el cómo –que material necesitamos, cómo debemos entrenarnos–, pero olvidamos que lo que nos permitirá seguir en los momentos de dificultad, siempre, será el tener claro por qué lo hacemos.

     

  2. Necesidad de planificación. En el management muchas veces nos preguntamos acerca de los motivos de los fracasos, qué podíamos haber hecho de forma distinta. Y parecerá una obviedad, pero sin planificar el destino, el camino y la preparación, el riesgo de no llegar es altísimo. Decía Alan Lakein, autor e investigador en temas de gestión del tiempo personal, que “no planificar es planificar el fracaso”. Porque la planificación permite anticipar situaciones futuras, identificar riesgos, pero sobre todo permite que una vez identificado se pueda actuar, ante ellos, con la flexibilidad de quien sabiendo lo que puede pasar se ha preparado para (casi) todas las situaciones posibles. En la Marathon des Sables, el deportista debe planificar la comida porque pasará seis días comiendo lo que lleve encima; el agua que va a beber y cuándo –los litros de agua diarios están racionados–, y los esfuerzos que va a invertir, porque son seis etapas. Sin embargo, dado que es imposible planificarlo todo, el gran aprendizaje ante este tipo de situaciones es ser consciente que para este tipo de viajes se necesita una mochila con recursos, y estos no se acumulan en dos días, forman parte de toda una trayectoria, de todo un entreno y de la acumulación de experiencia.

     

  3. Aquí y ahora. Leer El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl, que cuenta su experiencia en los campos de concentración nazis de la Segunda Guerra Mundial, debería ser un ejercicio obligatorio para afrontar cualquier reto empresarial o deportivo de larga distancia, sobre todo cuando el autor dice que “las decisiones, no las condiciones, determinan quiénes somos”. En el proceso de la toma de decisiones en contextos de incertidumbre, ya sea en medio del desierto o en una sala de juntas, la soledad de quien debe tomarla ha de ser ayudada por sus propios recursos, entendiendo que contará con estos y su experiencia –lo vivido hasta ese momento, el resumen de sus éxitos y sus fracasos– y con sus sueños –quizás poder anticipar las emociones positivas del resultado de sus acciones–, pero, sobre todo, con el contacto con la realidad, el estar presente en el preciso instante en el que se toma la decisión, siendo esta acción el grado máximo de libertad para uno mismo.

     

  4. Vivir con mentalidad de beta permanente. Muchas veces valoramos el éxito de compañías –y de sus máximos directivos– porque son capaces de innovar, de apostar por traer al mercado productos, servicios y hasta modelos de negocio distintos, nuevos, disruptivos. Valoramos de ellos que han arriesgado, que se han atrevido a probar, a intentar, haciendo los cambios y ajustes necesarios hasta dar con la tecla del éxito –medido en términos de resultado–. Ellos han entendido, como el corredor que afronta la etapa más larga del Marathon des Sables (90 kilómetros a recorrer en 36 horas), que “nada es permanente, excepto el cambio”, como decía Heráclito en la antigua Grecia. A la necesaria planificación, experiencia o recursos previos habrá que sumarle la aceptación que el mundo actual nos exige una aproximación de cambio constante, la comprensión que es imposible estar preparados para todas las situaciones o decisiones a tomar y que, en muchas ocasiones, la experiencia necesaria se adquiere incluso mientras ya se está en marcha.

     

  5. Tomar decisiones no es viajar sólo. Cuando afrontar una ultra maratón o un proceso de toma de decisiones con la máxima responsabilidad sobre la misma, mal entendemos que se trata de un ejercicio solitario en el que nosotros seremos las máximos y únicos responsables. Quizás las decisiones a tomar sean, efectivamente, únicamente responsabilidad nuestra, pero liderar, autoliderarse, implicará tomar decisiones sabiendo que nuestro entorno tendrá unas consecuencias fruto de estas decisiones. Implicará, por lo tanto, asumir que no se viaja sólo. Cruzar la meta implica recompensa, una medalla, una foto para subir a Instagram y que todos vean lo que has hecho, los halagos de aquellos que creen que es imposible, pero, sobre todo, y al igual que los procesos de toma de decisión empresarial, conlleva aprender lo que significa auto liderarse, que hay que querer que las cosas sucedan. Tal y como decía uno de los mejores –por no decir el mejor– jugador de baloncesto de toda la historia, Michael Jordan: “algunas personas quieren que suceda, otras desearían que sucediera, otros hacen que suceda”.