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Joe Biden y su legado

ABC | | 2 minutos de lectura

Nada más llegar al poder todos los presidentes se preocupan por cómo los va a juzgar la historia. Esta inquietud por su legado era muy clara en el caso de Joe Biden hace cuatro años. Había intentado tres veces llegar a la Casa Blanca y quería coronar casi cincuenta años de servicio público. Cuando derrotó a Donald Trump pensó que sería un presidente de único mandato, por su avanzada edad, y no perdió el tiempo. En primer lugar, impulsó medidas para proteger la democracia, después del asalto al Capitolio, así como el intento de su rival de cuestionar el recuento de votos en algunos Estados. 

En segundo lugar, consiguió aprobar legislación económica proteccionista y verde, que atrajo inversiones de todo el mundo y dejó atrás los efectos de la pandemia. En tercer lugar, Biden hizo gala de su larga experiencia en política internacional y Estados Unidos volvió al mundo, superando el aislacionismo trumpista. El presidente demócrata lideró una coalición de cuarenta países para frenar la invasión rusa de Ucrania, restauró la relación transatlántica y practicó una política de contención hacia una China más asertiva y nacionalista. 

Si hace un año Biden hubiese anunciado que no se volvía a presentar a las elecciones y apoyado a un candidato centrista que continuase sus políticas, habría pasado a la historia como un presidente solvente y experimentado. Pero dejar el poder es siempre lo más complicado: se dejó convencer por su entorno y optó a un segundo mandato, argumentando que sólo él podía derrotar de nuevo a Trump.

 Los donantes y los mandarines del partido demócrata le han forzado a retirarse cuando apenas quedan cien días para las elecciones de noviembre para evitar una derrota que se extendiese al legislativo. No había tiempo para primarias y Kamala Harris ha tomado el relevo de manera fulgurante. Si consigue ganar ,a pesar de hacer campaña desde la izquierda del partido, es posible que consolide el buen hacer de su predecesor en materia económica y en política internacional. La ironía es que la vicepresidenta que Biden ha ninguneado es ahora la que definirá su legado