Artículos

El último tango de Barnier

El Correo | | 3 minutos de lectura

Emmanuel Macron ha tomado una decisión arriesgada al resucitar a un veterano político, Michel Barnier, y ponerlo al frente del Gobierno. Al presidente se le acababa el tiempo para nombrar un primer ministro después del complicado escenario surgido de las elecciones legislativas de junio. Está por ver si en las próximas semanas el exministro y excomisario europeo nominado consigue el respaldo de una mayoría estable en la Asamblea Nacional. Su partido, los republicanos, solo obtuvo la cuarta posición en los últimos comicios. 

La apuesta de Macron tiene una lógica europea. Barnier es uno de los políticos franceses con más galones en Bruselas. Puede atraer el apoyo de un bloque proeuropeo –sin constituir aún– en el Parlamento francés (centro izquierda, por ahora muy crítico con él, macronitas y conservadores) y dejar a la extrema izquierda aislada en su propósito revolucionario de dinamitar el proceso de integración comunitaria. 

Barnier ha sido muy duro en el pasado con Macron («el fracaso del presidente es claro, ha gobernado de manera solitaria y arrogante»), pero los dos políticos tienen suficiente cintura y pragmatismo para dejar atrás lo que se han dicho en campaña electoral. El nuevo primer ministro ya ha anunciado reformas y rupturas con las que distanciarse de un presidente que termina su segundo mandato a la defensiva. Tendrá todo el apoyo de las instituciones europeas que estas semanas arrancan una legislatura complicada para la UE. Francia ha batido récords de endeudamiento público y no acaba de poner en marcha reformas económicas de calado que le permitirían pesar más en Bruselas. Su socio preferente, Alemania, atraviesa también una situación política de fragmentación y ensimismamiento. 

La clave será si el partido de Le Pen, vencedor a las elecciones europeas y segundo en las legislativas, permite ir adelante a Barnier. El nuevo primer ministro tiene a su favor no haber defendido el cordón sanitario frente a la formación de ultraderecha en las últimas elecciones. Marine Le Pen está centrada en un único objetivo, llegar a la presidencia de Francia dentro de dos años. Para ello se ha dedicado a reinventarse y muchos franceses han dejado de verla como una peligrosa radical. Una manera de proseguir el blanqueo sería aceptar el Gobierno de Barnier y condicionarlo en el día a día de la Asamblea en temas migratorios, laborales y sociales. Le Pen podría aumentar sus probabilidades de llegar al Elíseo con un discurso de ley y orden frente a las protestas, huelgas y manifestaciones que ya han empezado, mientras deja que se ensaye un nuevo ejercicio de cohabitación en el poder de inspiración moderada.