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El triple de Vance

ABC | | 2 minutos de lectura

El candidato republicano a vicepresidente ha sido designado para una misión crítica, ayudar a ganar en los Estados decisivos de las elecciones de noviembre (Míchigan, Wisconsin, Pensilvania). Pero aspira a mucho más: con su juventud y trayectoria profesional, quiere atraer a los votantes más moderados que apoyaron en las primarias a la gobernadora Nikki Haley e incluso a los independientes que rechazan a Trump. El expresidente fue el peor orador de la convención, a pesar de tenerlo todo a favor. Hizo un discurso de 93 minutos: contó su atentado, pidió unidad, perdió enseguida el hilo y dio un mitin sin altura alguna. 

J.D. Vance nació en un pueblo perdido de Ohio, y vivió la marginación de muchos blancos de clase baja. Consiguió ir a la universidad después de servir en los Marines –terminó sus estudios en Yale Law School, la segunda mejor facultad de derecho del mundo–, se casó con una estudiante de origen indio y se convirtió al catolicismo. Dejó la abogacía enseguida y fue inversor en sitios olvidados de la mano de grandes nombres de la tecnología. Se hizo famoso al publicar un libro sobre el mundo del que consiguió salir, cuyos habitantes entonces criticó duramente. Lleva en política como senador menos de dos años y no ha cumplido los cuarenta. 

En su discurso en la Convención Republicana no solo contó su vida, sino que expuso con seguridad y una sonrisa las bases de un pensamiento político muy distinto al republicano clásico. Una visión nacional-populista, en la que Wall Street, la élite de Washington, China, México, los europeos que no invierten en defensa y los inmigrantes sin papeles son los enemigos. El Estado es parte de la solución, pero todavía más las comunidades y las familias, conectadas y ensalzadas por un patriotismo sin fisuras ni muchas preguntas. 

Si Trump gana en noviembre con la inestimable ayuda de los demócratas, Vance se convertirá no solo en su probable sucesor. Será el cerebro del movimiento Make America Great Again (MAGA), un megaMaga sin filtros, dispuesto a proponer soluciones sencillas que no funcionan a problemas muy complejos.