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Ventaja cognitiva

La Vanguardia - Dinero | | 5 minutos de lectura

Nvidia, empresa líder en diseño de procesadores (GPU) para inteligencia artificial (IA) cuyas acciones se han revalorizado un 300% en un año, ha ascendido a la cima del mercado financiero global y se ha convertido en la firma con mayor capitalización del mundo, superando a Microsoft (segunda) y Apple (tercera). Cada una de esas compañías vale más de tres billones de dólares (más del doble del PIB español). Les siguen Google, Amazon, Taiwan Semiconductores (TSMC) y Meta.

La élite de la economía mundial ya no está siendo conquistada por empresas tecnológicas (en genérico) sino específicamente por empresas de IA. Los cambios en la lucha por la supremacía tecnológica se iniciaron con el fenómeno ChatGPT, que inauguró el segmento de los grandes modelos de lenguaje, un océano azul de proporciones infinitas. Su irrupción está impulsando la creación de una formidable cadena de suministro de IA, con Open AI al frente (la firma que crea ChatGPT), Microsoft (que provee la infraestructura de supercomputación que requiere ChatGPT) y Nvidia (quien diseña los procesadores de esos supercomputadores). En la retaguardia, Taiwan Semiconductors (fabricante de los chips) y ASML (empresa holandesa que produce las máquinas de luz ultravioleta extrema para grabar chips de silicio a escala nanométrica).

Se está produciendo una explosión cámbrica de aplicaciones de IA generativa que llegará a todas partes. Con ella, se consolidarán cadenas de suministro como las descritas. Probablemente veamos grandes centros de datos y supercomputadores desplegados por todo el planeta, ofreciendo IA en la nube a todo tipo de empresas y profesionales. Microsoft ha cogido ventaja con su alianza visionaria con Open AI y Nvidia. La lucha insomne entre Bill Gates y el fantasma de Steve Jobs, que se inició hace 50 años cuando ambos eran adolescentes, sigue más intensa que nunca, ahora con nuevos actores en liza, Nvidia y OpenAI. Apple está considerando utilizar ChatGPT en sus dispositivos aunque ChatGPT es una empresa participada por Microsoft. ¿La historia se repite? Apple ya intentó una aproximación a la tecnología de Microsoft durante sus años oscuros, en los noventa, cuando estuvo a pocos días de la bancarrota.

En todo caso, la apuesta por la supercomputación va a más: Microsoft anuncia el desarrollo de un gran supercomputador (Stargate) de 100.000 millones de dólares. Sam Altman, consejero delegado de Open AI, busca siete billones para desarrollar superchips que aguanten esa carrera. Para solventar el problema energético de esos supercomputadores, se habla de adosarles minirreactores nucleares, similares a los de los submarinos atómicos. Veremos.

La IA generativa despega gracias al desarrollo de las redes neuronales artificiales, sistemas digitales inspirados en el funcionamiento del cerebro. No se programan como un sistema convencional (con un árbol de decisión pensado por un humano y transferido a la máquina mediante un código de programación), sino que se entrenan con datos, aprendiendo por experiencia. De las grandes redes neuronales emergen propiedades inauditas, más allá de lo esperado, como la capacidad conversacional casi humana, en lenguaje natural. En cierta ocasión le preguntaron a Ilya Sutskever (padre científico de ChatGPT) qué es la IA. Contestó “cerebros digitales corriendo en supercomputadores”.

Creo que eso representa exactamente lo que querían hacer con ChatGPT: una inmensa red neuronal dimensionada al tamaño de un cerebro (unos 200.000 millones de neuronas) operando sobre un supercomputador. Un sistema tan complejo que ni siquiera sus creadores pueden entenderlo (¿Quién puede abrir esa caja y comprender qué demonios pasa en una red digital de 200.000 millones de nodos?). Ha nacido una nueva ciencia: la interpretación de los sistemas complejos que son los grandes modelos de lenguaje. Con ellos, somos como los físicos del siglo XVII intentando entender las leyes de la naturaleza. Para ver cómo se comportan, se están sometiendo hoy a todo tipo de tests. La conclusión: parecen ofrecer “destellos de inteligencia artificial general”, un tipo de inteligencia potencialmente capaz de realizar todo tipo de actividades intelectuales, según investigadores de Microsoft.

En las empresas, el reto es utilizar la IA para desarrollar una nueva forma de ventaja competitiva: la ventaja cognitiva. El aprendizaje en redes neuronales profundas extrae conocimiento profundo de los datos, capturando sus patrones escondidos. Por ello, la IA expande nuestra capacidad cognitiva, con la posibilidad de usar ese conocimiento escondido, invisible al ojo humano, para realizar juicios de valor, diagnosis, recomendaciones o tareas intelectuales de complejidad creciente. Imaginemos un chatbot en el núcleo de cada compañía, con superinteligencia para analizar toda la información interna, estructurada (en bases de datos) o no estructurada (en texto) y de cruzarla con variables externas (datos macroeconómicos, informes de mercado, movimientos de los competidores, nuevas patentes, comentarios de usuarios en redes sociales, inversiones en startups, noticias sectoriales…) con el fin de tomar decisiones, desarrollar nuevos modelos de negocio, lanzar nuevos productos, analizar inversiones o responder a los clientes.

Con todo ello, la demanda está explotando. Estamos asistiendo a una adopción masiva de IA generativa por parte de todo tipo de compañías. Se anuncian proyectos en todos los sectores: banca (Goldman Sachs, JP Morgan, Mastercard), consultoras (McKinsey, PWC, Accenture, Deloitte), distribuidoras (Walmart, Correfour), automovilísticas (Mercedes, BMW, Toyota), alimentación (Nestlé, Coca-Cola, Domino’s Pizza), etcétera. La mayor parte se enmarcan en alianzas estratégicas con proveedores de IA (Microsoft, Google, Amazon), pocos, grandes y en la nube.

Si hace 40 años los chips inteligentes llegaron masivamente a nuestras vidas encapsulados con logo “Intel Inside” (indicando que disponían de la mejor capacidad computacional del momento), quizá pronto veamos una avalancha de empresas “OpenAI Inside”, “Microsoft Inside” o “Google Inside”, anunciando que disponen de ventajas cognitivas de última generación.