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Arrancar el motor europeo

ABC | | 2 minutos de lectura

La situación por la que atraviesa la Unión Europea y sus Estados miembros puede llevar a la parálisis. Los movimientos nacionalistas y populistas crecen y es posible que los comicios en Francia los gane el partido de Marine Le Pen. Fuera de nuestras fronteras, los europeos no estamos preparados para defender nuestros intereses en un mundo dominado por el imperativo de la seguridad nacional y que se desliza hacia el proteccionismo económico. Si las elecciones en Estados Unidos fuesen hoy, volvería Trump, volaría los puentes sobre el Atlántico y dejaría de sostener a Ucrania. La crisis climática avanza, la inmigración plantea problemas mayúsculos y ningún país europeo es un actor principal en la revolución tecnológica en marcha. 

Pero al ver el vaso medio vacío nos olvidamos de todo lo que juega a favor de una Europa más fuerte. El resultado de las recientes elecciones permite volver a pactar entre populares, socialistas, liberales y verdes para formar una mayoría europeísta. Las encuestas indican que los ciudadanos confían más en las instituciones comunitarias que en las nacionales. El 77% reclaman una política de seguridad y defensa a escala continental.

Por eso es fundamental nombrar cuanto antes a los principales responsables de las instituciones comunitarias, con generosidad por parte del partido más votado y la mirada puesta en el largo plazo. No hay que perder unos meses preciosos en los que renovar todo lo conseguido. La UE debe seguir siendo una gran fábrica de consensos.

Se echa de menos en esta negociación para arrancar el motor europeo en Bruselas a Angela Merkel, durante sus cuatro mandatos la única adulta en la habitación. Su estilo de liderazgo pragmático, opuesto a las grandes proclamas, y su capacidad de trabajar codo con codo con los mejores expertos resultó esencial para frenar la crisis financiera, solventar el Brexit o hacer frente a la pandemia. Cuando las instituciones se debilitan, la tentación es buscar personalidades fuertes que aborden de modo sencillo los problemas y choquen con enemigos externos. Pero sabemos que el mejor camino europeo es el señalado por la excanciller, pactar hasta la extenuación.