Disrupciones inesperadas como pandemias, desastres medioambientales o crisis financieras alteran dramáticamente el modus operandi de la gestión de compañías y, con ello, su gobernanza. La pandemia provocada por el COVID-19 es sin duda un ejemplo claro de estos cambios radicales en el modelo de gobierno corporativo. De un lado, las fuertes restricciones en la movilidad de las personas han acelerado el modo de funcionamiento digital de los órganos de gobierno; de otro lado, la agenda de las reuniones del Consejo se ha visto fuertemente alterada y ha tenido que incorporar nuevos contenidos, muchos de ellos relativos a las insólitas emergencias en el ámbito social y de la gestión de las personas (salud y seguridad de los trabajadores, inéditos modelos de relaciones laborales y compromiso con los empleados, revisión de los modelos de retribución, procesos de ajuste temporal o definitivo de empleo, planes de sucesión y demás contingencias fruto del impacto que la COVID-19 ha generado en la sociedad).