Ómicron: lo que sabemos hoy y claves para navegar la pandemia desde ahora
Jorge Galindo
4 Ene, 2022
Ómicron supone un paso crucial en la conversión de pandemia a endemia: nos confirma que el SARS-CoV-2 es un virus con el que probablemente conviviremos durante un largo tiempo, y las estrategias de política pública deben adaptarse a esta nueva expectativa a medio y largo plazo, modulándose conforme el virus revele su capacidad media (aún no bien conocida) de causar disrupción en la salud pública y las vidas de la ciudadanía.
Ahora mismo, la evidencia sobre ómicron indica que el virus produce enfermedad menos severa caso por caso, pero su mayor capacidad de contagio incluido a personas vacunadas (que igualmente parecen sustancialmente protegidas contra enfermedad grave) puede generar picos altos de sobrecarga del sistema hospitalario y número absoluto de muertes.
Para manejar estos picos, minimizándolos, y encauzar una senda hacia un equilibrio lo más favorable posible a la sociedad, sugerimos la consideración de las siguientes medidas:
→ Esfuerzo máximo en vacunación a corto plazo, con especial foco en refuerzos a población vulnerable, y una contribución más decidida a la inmunización fuera de España.
→ Vigilancia atenta a la necesidad de ajustar pautas de vacunación a largo plazo a medida que tengamos mejor evidencia sobre la protección de cada vacuna o su combinación de dosis a cada grupo poblacional; sincronizando las pautas en la medida de lo posible o conveniente con la inmunización periódica contra otros virus respiratorios (gripe); en última instancia, adopción de nuevas vacunas en caso de desarrollos exitosos.
→ Reenfoque del testeo y rastreo para evitar saturar la atención primaria, dirigiéndonos hacia el auto-testeo con ampliación de oferta de antígenos y el auto-alislamiento soportado con una mejor universalización y financiación de la cobertura de bajas médicas.
→ Uso limitado, extraordinario e idealmente reducido de manera progresiva de restricciones generalizadas a la movilidad, acotado a puntos y momentos con riesgo de desborde hospitalario, empezando por lugares poco ventilados con aglomeración masiva, y priorizando cualquier limitación antes de aquellos con mayor coste social, evitando especialmente el cierre del sistema educativo.
→ Reconsideración de los pasaportes de vacunación mediante la adquisición de mejor evidencia que ayude a observar bajo qué condiciones esta restricción sí supone un incentivo lo suficienemente valioso o notable.
→ Mejora en el acceso a mascarillas de alta calidad (FFP2) y enfoque a su uso en espacios cerrados y poco ventilados, no abiertos; mantenimiento de uso recomendado (no obligatorio) acotado a lugares y momentos de alto contagio en el futuro.
→ Impulso a los sistemas de ventilación con el foco puesto en maximizar la renovación periódica del aire en lugares públicos, o privados de uso público.
→ Ampliación de las capacidades hospitalarias y de atención primaria, así como científico-técnicas y de análisis, para el manejo de altos picos de virus respiratorios.
La mayoría de los puntos anteriores están pensados para alinearse paulatinamente con el resto del portafolio de políticas de salud pública para manejo y minimización del impacto de virus de tipo respiratorio que son endémicos en la actualidad, de manera que se pueda ampliar y mejorar dicho portafolio en la medida en que la sociedad española haya aumentado sus requisitos mínimos y voluntad para invertir esfuerzos en este frente.
Por último, todas ellas deberán estar sujetas necesariamente a la recopilación de más y mejor evidencia no sólo sobre el virus en sus nuevas versiones, sino sobre las decisiones que tomamos para combatirlo.