La brecha de género en los exámenes de acceso: el caso del MIR, y qué podemos hacer para reducirla

Carlos Sunyer
7 Mar, 2023

Los exámenes competitivos son objeto de intenso debate tanto público como científico, ya que distribuyen oportunidades basadas en el mérito de las respuestas, y puede penalizar a ciertos perfiles. En este insight se analiza detalladamente uno de los casos más paradigmáticos: el del MIR en España, una prueba altamente competitiva que determina el futuro laboral de más de 10,000 médicos al año, y su efecto en la igualdad de género. Para ello, se utilizaron tres estudios recientes que examinaron información individual de las pruebas del MIR durante los últimos años: Conde-Ruiz et al. (2020), Díez-Rituerto et al. (2023) y Sunyer (2023).

Estos estudios muestran que, aunque en la parte baja de la distribución de resultados del MIR las mujeres superan a los hombres con la misma nota de expediente, en la parte alta las mujeres obtienen peores resultados. En la convocatoria de 2022, las mujeres con las notas más altas obtuvieron hasta 3 puntos menos que los hombres con igual expediente. Esta diferencia equivale a entre 500 y 600 puntos en el ranking final, lo que significa que las mujeres obtuvieron especialidades menos demandadas que los hombres: esa diferencia equivale a la que hay entre Cardiología (la 3ª especialidad en agotarse) y Oftamología (la 6ª).

Los estudios permiten explicar de manera acertada este fenómeno. En particular, se ha encontrado lo siguiente:

1. Parte de esta brecha podría ser atribuible a una mayor propensión de las mujeres a dejar preguntas en blanco: aunque en teoría el sistema de puntuación está pensado para que el candidato sea indiferente entre dejar una pregunta en blanco o responderla al azar, cuando se puede descartar al menos una de las opciones disponibles en el test esta equivalencia se rompe, recompensando implícitamente a quien arriesga pudiendo descartar al menos alguna de las alternativas. Esto es más frecuente entre los hombres.

2. El contexto externo también es importante: cuanto mayor es la competitividad en la prueba (es decir, el número de candidatos en comparación con el número de plazas), peor es el desempeño de las mujeres en comparación con los hombres. Esto es especialmente cierto entre los candidatos con mejores resultados.

3. Los dos fenómenos anteriores se reproducen con claridad al analizar el caso de los repetidores (22% del total de candidatos), donde se observa que, en efecto, las mujeres son más propensas a dejar respuestas en blanco, lo que hace que incrementen menos su nota en comparación con los hombres repetidores.

Dados los resultados de estos estudios, que encuentran eco en evidencia comparable para exámenes de acceso similares, para confrontar la brecha fruto del formato sugerimos reconsiderar la penalización de errores en este tipo de pruebas para promover la igualdad de género.

→ Una solución que permite seguir midiendo las diferencias entre los candidatos de más nota, y que podría extrapolarse a otros exámenes, sería un sistema de pérdida de puntos donde preguntas en blanco o incorrectas penalizan, y los candidatos empiezan con la máxima puntuación posible.

Dos medidas adicionales que podrían ayudar a este objetivo, relacionadas con el contexto en que tienen lugar esta clase de pruebas, son:

1. Reducir el peso de este tipo de exámenes en la nota final de selección.

2. Mejorar la coordinación entre el número de graduados (en Medicina, o en otras
carreras) y el número de plazas creadas en el sector público.

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