Analizando el impacto de la COVID-19 en la educación en España: Un vistazo a los resultados de la prueba de PIRLS 2021
Lucía Cobreros Vicente, Lucas Gortazar
17 May, 2023
En dos frases:
→ La prueba PIRLS 2021 revela un retroceso de 7 puntos en el rendimiento lector de España vinculada al cierre de colegios durante la pandemia. Esta disminución (significativa al 95% pero no al 99%) es más moderada que la experimentada por muchos países vecinos, lo que se corresponde con el periodo de cierre escolar, más breve en nuestro caso.
→ Un mayor presupuesto y enfoque en las tutorías de refuerzo, así como en el apoyo socioemocional, son esenciales para mitigar los impactos de la pandemia y asegurar la equidad y la calidad de la educación.
La reciente publicación de los datos de la prueba PIRLS 2021 (Progress in International Reading Literacy Study) por parte de la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA) proporciona un valioso análisis comparativo del rendimiento en lectura de los estudiantes de 10 años en todo el mundo. A la luz de los retos sin precedentes que la pandemia de COVID-19 ha planteado a la educación, es crucial entender cómo estos han afectado el aprendizaje. En este artículo, analizaremos los hallazgos más relevantes para España y su contexto.
Desde la última evaluación en 2016, antes de la pandemia, los resultados globales han evidenciado caídas generalizadas en el aprendizaje. En España, aunque también se observa un descenso (7 puntos), este ha sido menor que en muchos países vecinos. Es una caída estadísticamente significativa al 95% pero no al 99%, por lo que está prácticamente en el margen de error. Al cruzar estos datos con los días de cierre de escuelas en cada país debido a la pandemia, se aprecia una relación negativa y significativa: cada 50 días de cierre escolar se asocian con una disminución de entre 4,2 y 6,3 puntos en PIRLS.
En lo que respecta a las diferencias de género, España sobresale por su equidad. En 2021, no se encontraron diferencias en el rendimiento de la prueba entre niños y niñas, situándose como el país con una menor divergencia. No obstante, cabe destacar que esto se debe en parte a que el rendimiento de las niñas ha disminuido desde 2016 en una proporción mayor que el de los niños.
En el ámbito de la desigualdad socioeconómica, los resultados son alentadores. La brecha socioeconómica en España es menor que la media internacional, situándose como un país más igualitario que muchos países nórdicos. Asimismo, la brecha entre los resultados del decil más alto y más bajo también es significativamente menor.
Sin embargo, un hallazgo sorprendente es la percepción negativa de los padres sobre el impacto de la COVID-19 en la educación de sus hijos, a pesar de que los resultados académicos han sido sustancialmente mejores que lo esperado en el contexto de la pandemia.
Es importante insistir en que estos datos deben contextualizarse. Aunque la disminución en los resultados en España es significativa, fue más leve que en muchos otros países, y la reapertura efectiva del curso escolar 2020/21 parece haber desempeñado un papel clave en esto.
Además, España tiene la peculiaridad de que los estudiantes que realizan la prueba son más jóvenes (9,9 años) en comparación con la media global (10,2 años), lo que sugiere un posible margen de mejora en la madurez lectora de los alumnos.
En cuanto a la clasificación internacional, aunque no es el indicador más relevante, España se sitúa a la par con países como Alemania, Francia o Portugal, quienes obtienen mejores resultados en la prueba PISA de lectura. Esto invita a reflexionar sobre qué ocurre entre la educación primaria y la secundaria en España, donde parecen surgir algunos problemas.
Finalmente, la brecha en los resultados de lectura en España, comparando el alumno en el percentil 90 y el percentil 10, es de 177 puntos, notablemente inferior a la de países como Bélgica, Inglaterra, Dinamarca, Alemania, Estados Unidos, Finlandia o Suecia.
Qué hacer
En suma, los datos de PIRLS 2021, aunque reflejan los desafíos planteados por la pandemia, también revelan aspectos positivos en el sistema educativo español, especialmente en términos de igualdad. La tarea pendiente es continuar trabajando para minimizar el impacto de la crisis pasada, prevenir el de las futuras, y fortalecer aún más la equidad y la calidad de la educación en España.
En este sentido, y como ya tuvimos ocasión de comentar en nuestro primer análisis en profundidad sobre las pérdidas de aprendizaje durante la pandemia y las políticas para remediarlas, las medidas de refuerzo individualizadas o en pequeños grupos, como las tutorías, han demostrado ser eficaces a nivel nacional e internacional. El Programa de Orientación y Refuerzo para el Avance y Mejora de la Educación (PROA+) es un instrumento clave en el refuerzo educativo en España. Sin embargo, con un presupuesto de 120 millones de euros al año, la inversión per cápita ajustada por el PIB y el número de alumnos es considerablemente inferior a la de otros países. Países como Holanda, Estados Unidos y Reino Unido invierten hasta diez veces más en programas de refuerzo similares. De hecho, en muchas comunidades autónomas de España aún existen pocos programas que sean sistemáticos, continuos y bien estructurados. Se necesita un esfuerzo concertado para ampliar y mejorar la oferta de tutorías en todo el país, asegurando que los estudiantes tengan acceso a este valioso recurso educativo.
Además, es crucial abordar los aspectos socioemocionales del aprendizaje, no sólo los académicos. La pandemia ha tenido un impacto significativo en el bienestar de los estudiantes, y se ha demostrado que la inclusión de mentorías de acompañamiento socioemocional en los programas educativos puede ayudar a mitigar estos efectos. Al mismo tiempo, la educación no es solo una cuestión individual, sino que involucra a toda la comunidad. Por lo tanto, se deben fomentar los programas dirigidos a familias y las colaboraciones con el entorno, especialmente en áreas vulnerables.
Por último, es importante que las medidas de refuerzo educativo se integren en el funcionamiento regular de los centros educativos, en lugar de considerarlas como actividades extraescolares. Asimismo, no hay que pasar por alto la Formación Profesional, a menudo olvidada en el diseño de estas medidas, debe recibir atención especial. Y, por supuesto, se necesita una mejor evaluación y monitorización de estas políticas y prácticas educativas para garantizar su eficacia y ajustarlas según sea necesario.
Economista enfocada en educación, con interés en salud, género y competencia. Grado en Economía por la Universidad de Cantabria, Master en Economía Industrial y Mercados (UC3M).
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