Las siete pruebas de la gestión de fondos europeos
Manuel Hidalgo Pérez
13 Sep, 2021
España no ha logrado una adecuada gestión de los fondos europeos en los últimos años. Ahora, la llegada de los Next-Generation EU (NGEU), junto con los fondos pertenecientes al nuevo Marco Financiero Plurianual (MFP) 21-27, suponen un reto sin precedentes que obliga a un análisis actualizado de los posibles cuellos de botella que deben eliminarse para mejorar la ejecución.
Construyendo sobre el primer análisis que publicamos en un Policy Brief el pasado mes de octubre, y teniendo en cuenta los avances puntuales facilitados por el Plan de Recuperación y por la nueva normativa para la gestión de fondos, planteamos aquí siete pruebas que deberían guiar la correcta ejecución de los fondos.
→ Hasta la fecha la asignación de fondos no ha seguido ningún análisis previo de necesidades de inversión a nivel nacional ni regional (prueba #1). Además, es igualmente necesario extender este ejercicio al reparto de los fondos dentro de las diferentes autonomías y entidades locales, siguiendo estrategias de política económica y social bien diseñadas y que no estén condicionadas, como suele ocurrir, por equilibrios políticos (prueba #2).
→ Es habitual que el reparto de fondos se realice en función del cumplimiento de objetivos de restricción presupuestaria más que en la rentabilidad económica o social de los mismos.El diseño de los proyectos debe partir de criterios de política económica y no exclusivamente de ejecución presupuestaria, aunque esta última marque límites operativos necesarios (prueba #3). Finalmente, las decisiones de asignación a proyectos específicos deberían estar guiadas por el criterio de necesidad de inversión, evitando caer en sesgos de tipo operativo que pueden acabar produciendo nuevos cuellos de botella (prueba #4); por ejemplo, sobrecargando a determinadas unidades de trabajo.
→ La normativa que regula la ejecución y certificación de los fondos europeos es mucho más exigente que la del resto de fondos. Este desequilibrio normativo explica parte de la dificultad en su ejecución al existir una clara preferencia entre los funcionarios por gestionar los fondos no europeos. Los esfuerzos regulatorios deberían reducir esta brecha (prueba #5).
→ El control de la ejecución está sobredimensionado en cuanto a administraciones y organismos que intervienen, pero infradotado en cuanto a personal y capacidad. Ello podría estar provocando una enorme incertidumbre y una disonancia interpretativa de criterios a la hora de la ejecución que puede llevar a la anulación y paralización de proyectos. Aconsejaríamos por tanto la redimensión del control y su alineación con objetivos de evaluación enfocada a eficacia (prueba #6).
→ Por último, los mandos técnicos al frente de la ejecución de fondos europeos deberían tener los incentivos y las capacidades adecuadas para centrarse en objetivos a largo plazo desacoplados del ciclo político cortoplacista (prueba #7).