¿Quién ha teletrabajado en España durante la pandemia y por qué?
Ángel Martínez Jorge, Carlos Victoria
3 Dec, 2021
En dos frases: un 17,6% de los ocupados teletrabajaron durante la pandemia; eran sobre todo profesionales universitarios de altos salarios en zonas urbanas, pero se desaprovechó potencial de teletrabajo entre los ocupados de menor formación, que citan razones como la inadecuación de sus viviendas con más frecuencia que los más formados. Sin embargo, las preferencias por el teletrabajo son altas, aconsejando una ampliación del apoyo y la consideración a quienes quieran acceder a él y no puedan hacerlo por esas razones de contexto.
Hasta 2020 España se situaba a la cola de los países de Europa en adopción del teletrabajo: antes de la pandemia, en nuestro país teletrabajaba solo un 7,5% de la población, y solo una parte lo hacía de forma esporádica (es decir, “trabajar algún día desde casa”), hecho que explicaba mayoritariamente el diferencial con países como Suecia, Finlandia, Luxemburgo o Países Bajos, en los que se superaban tasas del 30% (Sebastián, 2020). Como en tantos otros casos, la pandemia y la subsiguiente necesidad de distanciamiento y restricciones a la actividad ha actuado como catalizador y acelerador de procesos y dinámicas que, de otro modo, hubieran tardado mucho más tiempo en consolidarse pero que ya se venían produciendo.
Si bien es cierto que el aumento en las tasas de teletrabajo ha sido generalizado en todos los países, este incremento ha sido desigual: por ejemplo, según datos de un informe reciente de la OCDE, el 47% de los trabajadores en Australia, Francia y Reino Unido teletrabajaron en el punto máximo de la pandemia, mientras que en Japón solo lo hizo el 28% (OCDE, 2021).
¿Quiénes son esta fracción de la fuerza laboral que trabajó desde casa? ¿Por qué lo hicieron ellos, pero no otros? Pese a que se conocían algunos datos extraídos de las sucesivas Encuestas de Población Activa trimestrales que han servido como referente para conocer la realidad del teletrabajo, no ha sido hasta la publicación de la encuesta “Equipamiento y uso de TIC en los hogares” del año 2021, que además incluye por primera vez una sección específica sobre este tema, que se disponen datos actualizados y con gran nivel de detalle.
La incidencia del teletrabajo ha sido, en 2021, muy heterogénea en función de las características del trabajador. En el Gráfico 2 se muestra el porcentaje de ocupados que teletrabajaron según perfiles. Aparecen grandes brechas en la probabilidad de teletrabajar tanto en función del nivel económico (ingresos netos del hogar) como del nivel de estudios terminados. Esto ya indica que la eventual consolidación del teletrabajo muy difícilmente beneficiaría inicialmente a trabajadores de la parte baja de la distribución salarial. Las ganancias de productividad que puedan derivarse de la continuidad del teletrabajo se concentrarían entre los trabajadores mejor remunerados y con más estudios, repartiéndose entre estos y las empresas en función de su poder de negociación en el mercado laboral. Eventualmente, estas ganancias serán gravadas por el sistema fiscal, constituyendo un canal de transmisión del beneficio hacia aquellos trabajadores que no teletrabajaron.
También se observa una brecha en términos de ocupación, siendo la categoría con una menor incidencia del teletrabajo la del personal de apoyo administrativo, con aproximadamente un 23% frente al 37% entre profesionales científicos e intelectuales. En cuanto al tamaño del municipio, también existe una relación positiva este y la incidencia del teletrabajo: entre los municipios de más de 100.000 habitantes la tasa es el doble que en los municipios de menos de 20.000.
Una pregunta pertinente después de conocer estos datos es si los trabajadores que no teletrabajaron lo hicieron porque su trabajo no era susceptible de poder hacerse de forma telemática o, aunque este se podía hacer online, hubo otras causas que impidieron adoptar el teletrabajo. Para ello el Gráfico 2 recupera del anterior el porcentaje de ocupados que teletrabajaron según su nivel de estudios terminados y lo contrasta con el porcentaje de ellos que, pudiendo teletrabajar, no lo hicieron. Se puede observar cómo el porcentaje del total de trabajadores que podían teletrabajar y efectivamente teletrabajaron aumenta con el nivel de estudios: entre los trabajadores que tenían la ESO o un nivel inferior solo uno de cada cinco ocupados que podían teletrabajar lo hicieron; por el contrario, más de la mitad de los trabajadores con estudios universitarios que podían realizar su actividad online lo hicieron. Pese a estos indicadores relativos, el gráfico también muestra que el porcentaje de trabajadores que no podían teletrabajar por las características propias de su trabajo eran muy numerosos en todos los niveles de estudio, llegando al 95% en la categoría más baja.
Es decir, aunque la mayoría de las diferencias en la incidencia del teletrabajo entre grupos de estudio y renta se pueden explicar por las características del empleo, hay una parte más pequeña pero relevante que puede explicarse porque, de entre los pocos trabajadores con baja cualificación que podrían trabajar, el porcentaje de ellos que finalmente teletrabajan es especialmente bajo.
El siguiente gráfico arroja luz sobre por qué los trabajadores menos cualificados, aunque pueden realizar su trabajo a distancia, lo hacen en una proporción tan baja. Entre los motivos parece especialmente importante la vivienda como sitio poco adecuado para teletrabajar: un 20% de los trabajadores peor formados alegaron esta como una de las razones por las que finalmente no teletrabajaron, aunque podían hacerlo, frente a un 5% entre los ocupados con estudios universitarios en la misma situación.
Por último, es interesante conocer las preferencias de los trabajadores en cuanto al nivel de teletrabajo que les gustaría realizar una vez haya acabado la pandemia. El último gráfico las muestra distinguiendo entre los que pueden teletrabajar totalmente y aquellos que solo pueden hacerlo de forma parcial. Entre aquellos que tienen capacidad para el teletrabajo total y teletrabajaron durante la pandemia un 62% prefieren mantener una presencialidad nula o puramente ocasional, entre aquellos que no pueden teletrabajar totalmente este porcentaje es mucho más reducido, de un 16%, mientras que el grueso de trabajadores prefiere teletrabajar entre dos o tres días por semana. Tan solo un 5,5% de este último grupo de trabajadores escogerían una vuelta completa a la presencialidad. Todo ello muestra las fuertes preferencias de al menos un segmento de los trabajadores por el mantenimiento de altos niveles de trabajo a distancia.
A la luz de los datos anteriores, sería importante asegurar un acceso más equitativo a esta preferencia por el teletrabajo, haciendo especial hincapié en los factores de contexto citados por aquellos ocupados en la parte baja de las distribuciones de ingresos y formación cuya ocupación en teoría sí podría ser remota.