Ratio de alumnos en España: buscando inversiones más eficientes y equitativas
Lucas Gortazar, Ángel Martínez Jorge
6 jul., 2021
Durante el curso 2020/21, el Gobierno y las CCAA han decidido reducir las ratios alumno-profesor con el objetivo de mantener la distancia social recomendada por los criterios epidemiológicos. Para el próximo curso 2021/22, varias CCAA han anunciado ya la vuelta a las ratios anteriores, lo que ha generado un amplio debate dentro del profesorado, que se ha posicionado mayoritariamente en contra. A continuación, nos preguntamos por la adecuación y equidad de las ratios alumno-profesor en España en secundaria, a raíz de los datos PISA recogidos en 2018.
El efecto del gasto educativo sobre el rendimiento y logro académico de los alumnos ha sido siempre una pregunta tan relevante como controvertida dentro de la investigación en educación. Una de las razones para que esta pregunta haya sido tan discutida es que el aumento del gasto puede destinarse a gran cantidad de partidas y por tanto tener efectos muy distintos; más importante aún, hasta hace 15 años, faltaba evidencia científica sólida sobre la relación causal entre gasto educativo y resultados académicos. Dentro de esa literatura, durante los años 80, 90 y 2000, los primeros datos y estudios pusieron el foco en un análisis multivariante por países, regiones o distritos, intentando correlacionar el gasto por alumno con los resultados de pruebas de nivel homogéneas , ya fueran nacionales o internacionales (como es el caso de las pruebas PISA).
Por ejemplo, en la entrega de 2015 de Education at a Glance que publica la OCDE usando los datos de PISA, suele presentarse un gráfico que relaciona el gasto por alumno acumulado entre los 6 y los 15 años con la puntuación del país en las pruebas PISA. El trabajo documenta que existe una relación positiva entre ambas variables que desaparece a partir de los $50.000 de gasto acumulado. Es decir: el gasto educativo que exceda ese punto sería ineficiente en tanto que no lograría mejorar, en promedio, los resultados de aprendizaje.
Sin embargo, estos análisis no dejan de ser correlaciones, con lo que no implican necesariamente una relación de causalidad: para poder identificar de manera más precisa el efecto que tiene un aumento o un recorte del gasto sobre los resultados educativos es mucho más adecuado analizar datos de un solo país en diferentes momentos del tiempo contando con una estrategia de identificación (separar dos grupos de regiones, municipios o distritos muy semejantes salvo en la financiación) válida que permita aislar el efecto de ese cambio en el gasto. Por desgracia, la escasez de datos administrativos en educación con fines científicos, ha hecho que durante mucho tiempo haya sido difícil para los investigadores acceder a ellos por motivos de confidencialidad hasta hace pocos años.
La literatura más reciente ha empezado a identificar para los países avanzados, especialmente para EEUU, un efecto positivo de aumento del gasto educativo en el desempeño académico de los alumnos afectados. La revisión de la literatura elaborada por Kirabo Jackson (2018)* es prueba de ello. Presentando evidencia de estudios que aprovechan variaciones cuasi-experimentales de variación del gasto educativo para evaluar su efecto causal en el rendimiento de los alumnos, Jackson recoge efectos positivos en la inmensa mayoría de casos, significativos y relevantes en términos educativos. Además, hay que enfatizar que buena parte de estos trabajos estudian el efecto de partidas de gasto educativo dirigidas a escuelas que atienden alumnado vulnerable, por lo que es razonable pensar que los efectos que se encuentran dependen en buena medida del tipo de alumnado al que van dirigidos: cuanto más vulnerable es el alumnado en términos socio-económicos, mayor suele ser el impacto de la financiación sobre los resultados.
¿Cuál es la situación de España en cuanto a uno de los indicadores educativos más relevantes? Con los datos de PISA (2018) España tiene una ratio de alumno profesor sensiblemente inferior a la que se observa para la OCDE, lo que son buenas noticias; sin embargo, dentro de España existe una gran heterogeneidad. Por ejemplo, existe una diferencia superior al 30% entre la ratio de determinadas regiones, por ejemplo, Extremadura y Baleares están en una ratio de 10 mientras que Madrid y La Rioja se sitúan cerca de 14.
Es interesante mirar el dato de ratios desagregando según el nivel socio-económico del alumnado del centro, para lo que se divide a los alumnos en cuartiles según un índice de nivel socio-económico elaborado por la OCDE que tiene en cuenta la situación socio-cultural y económica del hogar del niño. Se identifica a los alumnos vulnerables como los que pertenecen al primer cuartil según este índice (el 25% de alumnado con menos puntuación), y como grupo no vulnerable al último cuartil (el 25% de alumnos con mayor puntuación).
Por regla general, la ratio de profesores-alumnos es progresiva, es decir: es más baja en aquellos centros con un mayor peso de alumnado de nivel socioeconómico bajo y sube en aquellos centros donde este porcentaje es mayor. Llaman la atención dos cosas: en otros países, esa progresividad es mayor, y tiene sentido que lo sea, si nos atenemos a lo que dicen los estudios más recientes. Y segundo, solo en Madrid, la ratio es regresiva: a mayor nivel socioeconómico, más docentes por alumno, y por tanto, ratio más baja.
Si nos fijamos ahora en la titularidad del centro vemos que los públicos suelen tener en todas las regiones un valor de ratios menor respecto al de los privados en la misma región, lo que puede explicarse, al menos en parte, por un efecto composición: los centros públicos atienden a una mayor proporción de alumnos vulnerables. Sin embargo, esta diferencia entre la ratio de centros según su titularidad es igualmente heterogénea por regiones: mientras que en algunas se trata de una diferencia muy amplia ( Extremadura, Aragón), en otras prácticamente no existen diferencias (Madrid, Cataluña). Esta menor diferencia puede explicarse por varios motivos (por ejemplo: menos escuela rural, que en general suele ser pública y tener ratios muy bajos), pero también por el efecto composición del alumnado vulnerable: se trata de las regiones donde la ratio se reducía menos cuanto mayor era el alumnado vulnerable (en Madrid, de hecho, aumenta), por lo que es de esperar que, aunque este alumnado se concentre en los centros públicos, éstos sigan sin mostrar una diferencia apreciable respecto a los de titularidad privada.
En resumen, España no tiene, en general, ratios bajas, aunque en algunas regiones este dato podría bajar de forma generalizada. La clave del debate está más bien en que la progresividad de las ratios no es especialmente alta, particularmente en Madrid, donde directamente es regresiva. No es ninguna sorpresa que sea la autonomía que acapara la mayor parte del debate sobre las ratios. Ahora que vuelve el debate de las ratios, tras la bajada de 2020/21, y ante un posible contexto de escaso margen presupuestario, reducir (o mantener el nivel actual) de las ratios para todos los centros por igual no debería ser la solución. Hacerlo allí donde los alumnos se benefician más (centros que atienden a alumnado vulnerable, en su mayoría públicos) es, al contrario, una inversión muy eficiente (y equitativa): es ahí donde deberíamos empezar.